En 1910, México fue sacudido por una serie de luchas y revueltas conocidas como Revolución Mexicana, que intentaron transformar el sistema político y social creado por Porfirio Díaz, quien duró 34 años en el poder...
Hijos de la…pobreza…
Con los años que duró en el poder el general Porfirio Díaz se hicieron más evidentes y abismales las diferencias en riqueza, educación y bienestar entre el pueblo y el reducido grupo que, al amparo del gobierno porfirista, gozaba de todos los privilegios.
Aunque la miseria corroía los cimientos de la sociedad mexicana, finalmente no afloraba de manera abierta debido a la ancestral sumisión y al control que las poderosas fuerzas locales mantenían sobre un pueblo hundido en la ignorancia.
La falta de libertades políticas, que reducía las posibilidades de ascender socialmente y tener acceso a los puestos de mando y riqueza, fue abriendo paso a los reclamos y exigencias de los grupos, hasta llegar al estallido de la violencia armada en 1910.
La triste historia…
A raíz de que Porfirio Díaz expresara –en una entrevista que le hiciera en 1908 el periodista norteamericano James Creelman- que México ya se encontraba preparado para la democracia, se comenzaron a formar partidos políticos con la esperanza de participar en la contienda electoral de 1910, que imaginaban libre y abierta.
Aunque no coincidía con la de aquellos que habían creído en sus palabras, como Francisco I. Madero, quien se había dado a la tarea de recorrer el país promoviendo su candidatura a la presidencia, mediante la constitución del Partido Antirreeleccionista.
En junio de 1910 se llevaron a cabo unas elecciones nada democráticas. Madero había sido encarcelado previamente y Díaz resultó electo presidente para un nuevo periodo, el séptimo, ahora de seis años, acompañado de Ramón Corral como vicepresidente.
No hay de otra, las armas…
Como resultado, Madero proclamó el Plan de San Luis, en el que hizo un llamado a las armas, como parte de su denuncia contra unas elecciones fraudulentas. La revuelta debía estallar el 20 de noviembre y, ante este llamado, en muchas partes del país se levantaron grupos armados contra el gobierno porfirista.
Así, la revolución se fue extendiendo por gran parte del país con Francisco Villa, Pascual Orozco y varios más, teniendo al Norte como escenario de importantes triunfos, con lo que el Ejército porfirista fue derrotado.
Porfirio Díaz se vio obligado a presentar su renuncia a la presidencia y tomar el camino del exilio, mediante la firma del Tratado de Ciudad Juárez, el 21 de mayo de 1911.
De esta manera, se puso punto final a 34 años del ejercicio del poder unipersonal, para abrir paso, no sin dificultades y contradicciones, a otra etapa de la historia mexicana, en la que se trataría de hacer efectivo el lema maderista de "Sufragio efectivo, no reelección".
"Sufragio efectivo, no reelección".
Después de un breve gobierno provisional, Madero fue electo presidente en octubre de 1911. Inicialmente su régimen fue acogido con entusiasmo por el pueblo, pero pronto se vio enfrentado al descontento de los campesinos, que reclamaban una reforma agraria, y al de los hacendados, que deseaban sofocar el radicalismo de los seguidores de Zapata.
En noviembre de 1911, éste se rebeló contra Madero en Morelos a causa del retraso en la restitución de las tierras a las comunidades indígenas, punto que se había acordado en el Plan de San Luis.
Las tensiones llegaron al límite cuando estalló la revuelta de Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz, que se enfrentó con las tropas federales del general Victoriano Huerta en la misma ciudad de México.
El 18 de febrero de 1913, después de nueve días de bombardeos, conocidos como "la decena trágica", Huerta y Díaz se entrevistaron con el embajador estadounidense Henry Lane Wilson, y los tres concretaron un pacto contra Madero. Huerta asumió la Presidencia de México y detuvo a Madero, que fue asesinado a los pocos días.
Carranza, Pancho Villa y Zapata…
En el Norte, en los estados de Chihuahua, Sonora, Sinaloa y Tamaulipas se sublevaron Venustiano Carranza y Pancho Villa; y en el Sur, en Morelos, Zapata volvía a erigirse en líder de la revuelta.
La alianza entre ambas facciones, tras el acuerdo de Guadalupe, y el apoyo del presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, a la causa revolucionaria, con el envío de tropas a Veracruz llevaron a Huerta a exiliarse en julio de 1914.
La designación de Carranza como nuevo presidente el 20 de agosto de 1914, en contra de las ideas de Villa, desató una nueva época de anarquía y luchas entre los distintos bandos revolucionarios.
Asesinan a Zapata…
Villa solicitó la ayuda de Zapata y ambos se enfrentaron a las tropas de Obregón y Carranza, que tenían el apoyo de los Estados Unidos. Los primeros fueron derrotados en 1915 en la batalla de Celaya y decidieron retirarse a sus respectivos estados. Zapata regresó a Morelos y allí fue asesinado en 1919 en una emboscada.
Por su parte, Villa reorganizó su ejército en Chihuahua y, aunque fue vencido en Agua Prieta, aún pudo mantener una guerrilla, con la que realizó varias incursiones contra los Estados Unidos (a los que acusaba de apoyar a Carranza). La actitud belicosa de Villa obligó a los estadounidenses a enviar al general John J. Pershing en su persecución.
Carranza y Obregón…
El gobierno de Venustiano Carranza. Al acceder de nuevo a la presidencia, en 1915, Carranza se dedicó a reorganizar el país, fue eliminando paulatinamente a sus anteriores enemigos.
No obstante, en 1920, su decisión de dispersar una huelga del sector ferroviario en el estado de Sonora significó el hundimiento de su prestigio personal. Abandonado por sus seguidores, incluido Obregón, quedó solo en el poder; después de que Obregón lo hizo escapar de la ciudad de México, fue asesinado en su huida el 21 de mayo de 1920.
Tras la muerte de Carranza, Adolfo de la Huerta asumió la presidencia interina hasta que Obregón fue elegido en las elecciones de noviembre de ese mismo año.
Para muchos historiadores, la fecha de 1920 marcó la finalización de la Revolución Mexicana. Sin embargo, las revueltas militares y las situaciones de violencia esporádica prosiguieron hasta 1934, cuando llegó a la presidencia Lázaro Cárdenas, quien institucionalizó las reformas que se habían iniciado en el proceso revolucionario y que se legitimizaron con la Constitución de 1917.